domingo, 13 de enero de 2013



Pablo Neruda (1904–1973)

 Crepusculario (1919) ESTA IGLESIA NO TIENE... Esta iglesia no tiene lampadarios votivos, no tiene candelabros ni ceras amarillas no necesita el alma de vitriales ojivos para besar las hostias y rezar de rodillas. El sermón sin inciensos es como una semilla de carne y luz que cae temblando al surco vivo; el Padre-Nuestro, rezo de la vida sencilla, tiene un sabor de pan frutal y primitivo... Tiene un sabor de pan. Oloroso pan prieto que allá en la infancia blanca entregó su secreto a toda alma fragante que lo quiso escuchar... Y el Padre Nuestro en medio de la noche se pierde, corre desnudo sobre las heredades verdes y todo estremecido se sumerge en el mar... PANTHEOS Oh pedazo, pedazo de miseria, ¿en qué vida tienes tus manos albas y tu cabeza triste? ... Y tanto andar, y tanto llorar las cosas idas sin saber qué dolores fueron los que tuviste. Sin saber qué pan blanco te nutrió, ni qué duna te envolvió con su arena, te fundió en su calor, sin saber si eres carne, si eres sol, si eres luna, sin saber si sufriste nuestro mismo dolor. Si estás en este árbol o si lloras conmigo ¿qué es lo que quieres, pedazo de miseria y amigo de la cansada carne que no quiere perderte? Si quieres no nos diga de qué racimo somos, no nos digas el cuándo, no nos diga el cómo, pero dinos adónde nos llevará la muerte... VIEJO CIEGO, LLORABAS... Viejo ciego, llorabas cuando tu vida era buena, cuando tenías en tus ojos el sol: pero si ya el silencio llegó, ¿qué es lo que esperas, qué es lo que esperas, ciego, qué esperas del dolor? En tu rincón semejas un niño que naciera sin pies para la tierra, sin ojos para el mar, y como las bestias entre la noche ciega sin día y sin crepúsculo- se cansan de esperar. Porque si tú conoces el camino que lleva en dos o tres minutos hacia la vida nueva, viejo ciego ¿qué esperas, qué puedes esperar? Y si por la amargura más bruta del destino, animal viejo y ciego, no sabes el camino, ya que tengo dos ojos te lo puedo enseñar. EL NUEVO SONETO A HELENA Cuando estés vieja, niña (Ronsard ya te lo dijo), te acordarás de aquellos versos que yo decía. Tendrás los senos tristes de amamantar tus hijos, los últimos retoños de tu vida vacía... Yo estaré tan lejano que tus manos de cera ararán el recuerdo de mis ruinas desnudas. Comprenderás que puede nevar en Primavera y que en la Primavera las nieves son más crudas. Yo estaré tan lejano que el amor y la pena que antes vacié en tu vida como un ánfora plena esterán condenados a morir en mis manos... Y será tarde porque se fue mi adolescencia, tarde porque las flores una vez dan esencia y porque aunque me llames yo estaré tan lejano... SENSACIÓN DE OLOR FRAGANCIA de lilas... Claros atardeceres de mi lejana infancia que fluyó como el cauce de unas aguas tranquilas. Y después un pañuelo temblando en la distancia. Bajo el cielo de seda la estrella que titila. Nada más. Pies cansados en las largas errancias y un dolor, un dolor que remuerde y se afila. ...Y a lo lejos campanas, canciones, penas, ansias, vírgenes que tenían tan dulces las pupilas. Fragancia de lilas... IVRESSE Hoy que danza en mi cuerpo la pasión de Paolo y ebrio de un sueño alegre mi corazón se agita: hoy que sé la alegría de ser libre y ser solo como el pistilo de una margarita infinita; oh mujer —carne y sueño—, ven a encantarme un poco, ven a vaciar tus copas de sol en mi camino. Que en mi barco amarillo tiemblen tus senos locos y ebrios de juventud, que es el más bello vino. Es bello porque nosotros lo bebemos en estos temblorosos vasos de nuestro ser que nos niegan el goce para que lo gocemos. Bebamos. Nunca dejemos de beber. Nunca, mujer, rayo de luz, pulpa blanca de poma, suavices la pisada que no te hará sufrir. Sembremos la llanura antes de arar la loma. Vivir será primero, después será morir. Y después que en la ruta se apaguen nuestras huellas y en el azul paremos nuestras blancas escalas —flechas de oro que atajan en vano las estrellas—, oh Francesca, hacia dónde te llevarán mis alas! MORENA, LA BESADORA Cabellera rubia, suelta, corriendo como un estero, cabellera. Uñas duras y doradas, flores curvas y sensuales, uñas duras y dorada. Comba del vientre, escondida, y abierta como un fruta o una herida. Dulce rodilla desnuda apretada en mis rodillas, dulce rodilla desnuda. Enredadera de pelo entre la oferta redonda de los senos. Huella que dura en el lecho, huella dormida en el alma, palabras locas. Perdidas palabras locas: rematarán mis canciones, se morirán nuestras bocas. Morena, la Besadora, rosal de todas las rosas en una hora. Besadora dulce y rubia, me iré, te irás, Besadora. Pero aún tengo la aurora enredada en casa sien. Bésame, por eso, ahora, bésame, Besadora, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. ORACIÓN Carne doliente y machacada, raudal de llanto sobre cada noche de jergón malsano; en esta hora yo quisiera ver encantarse mis quimeras a flor de labio, pecho y mano, para que desciendan ellas —las puras y únicas estrellas de los jardines de mi amor— en caravanas impolutas sobre 1.1s almas de las putas de estas ciudades del dolor. Mal del amor, sensual laceria; campana negra de miseria; rosas del lecho de arrabal, abierto al mal como un camino por donde va el placer y el vino desde la gloria al hospital. En esta hora en que las lilas sacuden sus hojas tranquilas para botar el polvo impuro vuela mi espiritu intocado, traspasa el huerto y el vallado, abre la puerta, salta el muro; y va enredando en su camino el mal dolor, el agrio sino y desnudando la raigambre de las mujeres que lucharon y que cayeron y pecaron v murieron bajo los látigos del hambre. No sólo es seda lo que escribo, que el verso hito sea vivo como recuerdo en tierra ajena para alumbrar la mala suerte de los que van hacia la muerte coligo la sangre por las venas. De los que van desde la vida rotas las manos doloridas en todas las zarzas ajenas; de los que en estas lloras quietas no tienen madres ni poetas para la pena. Porque la frente en esta hora se dobla y la mirada llora saltando dolores y muros en esta hora en que las lilas sacuden sus hojas tranquilas para botar cl polvo impuro. EL ESTRIBILLO DEL TURCO Flor el pantano vertiente la roca; tu alma embellece lo que toca. La carne pasa, tu vida queda toda en mi verso de sangre o de seda. Hay que ser dulce sobre todas las cosas; más que un chacal vale una mariposa. Eres gusano que labra y opera; para ti crecen las verdes moreras. Para que tejas tu seda celeste la ciudad parece tranquila y agreste. Gusano que labras, de pronto eres viejo; ¡el dolor del mundo crispa tus artejos! A la muerte tu alma desnuda se asoma, ¡y le brotan alas de águila y paloma! Y guarda la tierra tus vírgenes actas, hermano gusano, tus sedas intactas. ¡Vive en el alba y el crepúsculo, adora el tigre y el corpúsculo, comprende 1a polea y el músculo! Que se te vaya la vida, hermano, no en lo divino sino en lo humano, no en las estrellas Sino en tus manos. Que llegará 1a noche y luego serás de tierra, de viento o de fuego. Por eso deja que todas tus puertas se cimbren, a todos los vientos abiertas. Y de tu huerta al viajero convida, ¡dale al viajero la flor de tu vida! Y no seas duro, ni parco, ni terco, ¡sé una frutaleda sin garfios ni cercos! Dulce hay que ser y darse a todos, para vivir no hay otro modo de ser dulces. Darse a las gentes como a la tierra las vertientes. Y no temer. Y no pensar. Dar para volver a dar. Que quien se da no se termina porque hay en él pulpa divina. ¡Como se dan sin terminarse, hermano mío, al mar las aguas de los ríos! Que mi canto en tu vida dore lo que deseas. Tu buena voluntad torne en luz lo que miras. Que tu vida así seas. -¡Mentira, mentira, mentira! EL CASTILLO MALDITO Mientras camino la acera va golpeándome los pies, el fulgor de las estrellas me va rompiendo los ojos. Se me cae un pensamiento como se cae una mies del carro que tambaleando raya los pardos rastrojos. Oh pensamientos perdidos que nunca nadie recoge, si la palabra se dice, la sensación queda adentro; espiga sin madurar, Satanás le encuntre troje ¡que yo con los ojos rotos no le busco ni le encuentro! Que yo con los ojos rotos sigo una ruta sin fin... ¿Por qué de los pensamientos, por qué de la vida en vano? Como se muere la música si se deshace el violin, no moveré mi canción cuando no mueva mis manos. Alto de mi corazón en la explanada desierta donde estoy crucificado como el dolor en un verso. ... Mi vida es un gran castillo sin ventanas y sin puertas y para que tú no llegues por esta senda, la tuerzo.

sábado, 12 de enero de 2013




Mario Benedetti (Paso de los Toros, Departamento de Tacuarembó, Uruguay, 14 de septiembre del 1920) 


Sábado de Gloria (Montevideanos, 1959)

 Desde antes de despertarme, oí caer la lluvia. Primero pensé que serían las seis y cuarto de la mañana y debía ir a la oficina pero había dejado en casa de mi madre los zapatos de goma y tendría que meter papel de diario en los otros zapatos, los comunes, porque me pone fuera de mi sentir como la humedad me va enfriando los pies y los tobillos. Después creí que era domingo y me podía quedar un rato bajo las frazadas. Eso —la certeza del feriado— me proporciona siempre un placer infantil. Saber que puedo disponer del tiempo como si fuera libre, como si no tuviera que correr dos cuadras, cuatro de cada seis mañanas, para ganarle al reloj en que debo registrar mi llegada. Saber que puedo ponerme grave y pensar en temas importantes como la vida, la muerte, el fútbol y la guerra. Durante la semana no tengo tiempo. Cuando llego a la oficina me esperan cincuenta o sesenta asuntos a los que debo convertir en asientos contables, estamparles el sello de contabilizado en fecha y poner mis iniciales con tinta verde. A las doce tengo liquidados aproximadamente la mitad y corro cuatro cuadras para poder introducirme en la plataforma del ómnibus. Si no corro esas cuadras vengo colgado y me da nausea pasar tan cerca de los tranvías. En realidad no es nausea sino miedo, un miedo horroroso. Eso no significa que piense en la muerte sino que me da asco imaginarme con la cabeza rota o despanzurrado en medio de doscientos preocupados curiosos que se empinaran para verme y contarlo todo, al día siguiente, mientras saborean el postre en el almuerzo familiar. Un almuerzo familiar semejante al que liquido en veinticinco minutos, completamente solo, porque Gloria se va media hora antes a la tienda y me deja todo listo en cuatro viandas sobre el primus a fuego lento, de manera que no tengo mas que lavarme las manos y tragar la sopa, la milanesa, la tortilla y la compota, echarle un vistazo al diario y lanzarme otra vez a la caza del ómnibus. Cuando llego a las dos, escrituro las veinte o treinta operaciones que quedaron pendientes y a eso de las cinco acudo con mi libreta al timbrazo puntual del vicepresidente que me dicta las cinco o seis cartas de rigor que debo entregar, antes de las siete, traducidas al ingles o al alemán. Dos veces por semana, Gloria me espera a la salida para divertirnos en un cine donde ella llora copiosamente y yo estrujo el sombrero o mastico el programa. Los otros días ella va a ver a su madre y yo atiendo la contabilidad de dos panaderías, cuyos propietarios —dos gallegos y un mallorquín— ganan lo suficiente fabricando bizcochos con huevos podridos, pero mas aún regentando las amuebladas mas concurridas de la zona sur. De modo que cuando regreso a casa, ella esta durmiendo o —cuando volvemos juntos— cenamos y nos acostamos en seguida, cansados como animales. Muy pocas noches nos queda cuerda para el consumo conyugal, y así, sin leer un solo libro, sin comentar siquiera las discusiones entre mis compañeros o las brutalidades de su jefe, que se llama así mismo un pan de Dios y al que ellos denominan pan duro, sin decirnos a veces buenas noches, nos quedamos dormidos sin apagar la luz, porque ella quería leer el crimen y yo la página de deportes. Los comentarios quedan para un sábado como este. (Porque en realidad era un sábado, el final de una siesta de sábado.) Yo me levanto a las tres y media y preparo el te con leche y lo traigo a la cama y ella se despierta entonces y pasa revista a la rutina semanal y pone al día mis calcetines antes de levantarse a las cinco menos cuarto para escuchar la hora del bolero. Sin embargo, este sábado no hubiera sido de comentarios, porque anoche después del cine me excedí en el elogio de Margaret Sullavan y ella sin titubear, se puso a pellizcarme y, como yo seguía inmutable, me agredió con algo mas temible y solapado como la descripción simpática de un compañero de la tienda, y es una trampa, claro, porque la actriz es una imagen y el tipo ese todo un baboso de carne y hueso. Por esa estupidez nos acostamos sin hablarnos y esperamos una media hora con la luz apagada, a ver si el otro iniciaba el tramite reconciliatorio. Yo no tenia inconveniente en ser el primero, como en tantas otras veces, pero el sueño empezó antes de que terminara el simulacro de odio y la paz fue postergada para hoy, para el espacio blanco de esta siesta. Por eso, cuando vi que llovía, pense que era mejor, porque la inclemencia exterior reforzaría automáticamente nuestra intimidad y ninguno de los dos iba a ser tan idiota como para pasar de trompa y en silencio una tarde lluviosa de sábado que necesariamente deberíamos compartir en un departamento de dos habitaciones, donde la soledad virtualmente no existe y todo se reduce a vivir frente a frente. Ella se despertó con quejidos, pero yo no pense nada malo. Siempre se queja al despertarse. Pero cuando se despertó del todo e investigue en su rostro, la note verdaderamente mal, con el sufrimiento patente en las ojeras. No me acordé entonces de que no nos hablábamos y le pregunté que le pasaba. Le dolía en el costado. Le dolía muy fuerte y estaba asustada. Le dije que iba a llamar a la doctora y ella dijo que si, que la llamara en seguida. Trataba de sonreír pero tenia los ojos tan hundidos, que yo vacilaba entre quedarme con ella o ir a hablar por teléfono. Después pense que si no iba se asustaría mas y entonces baje y llame a la doctora. El tipo que atendió dijo que no estaba en casa. No se por que se me ocurrió que mentía y le dije que no era cierto, porque yo la había visto entrar. Entonces me dijo que esperara un instante y al cabo de cinco minutos volvía al aparato e inventó que yo tenia suerte, porque en este momento había llegado. Le dije mire que bien y le hice anotar la dirección y la urgencia. Cuando regrese, Gloria estaba mareada y aquello le dolía mucho mas. Yo no sabia que hacer. Le puse una bolsa de agua caliente y después una bolsa de hielo. Nada la calmaba y le dí una aspirina. A las seis la doctora no había llegado y yo estaba demasiado nervioso como para poder alentar a nadie. Le conté tres o cuatro anécdotas que querían ser alegres, pero cuando ella sonreía con una mueca me daba bastante rabia porque comprendía que no quería desanimarme. Tome un vaso de leche y nada mas, porque sentía una bola en el estomago. A las seis y media vino al fin la doctora. Es una vaca enorme, demasiado grande para nuestro departamento. Tuvo dos o tres risitas estimulantes y después se puso a apretarle la barriga. Le clavaba los dedos y luego soltaba de golpe. Gloria se mordía los labios y decía si, que ahí le dolía, y allí un poco mas, y allá mas aun. Siempre le dolía mas. La vaca aquella seguía clavándole los dedos y soltando de golpe. Cuando se enderezo tenia ojos de susto ella también y pidió alcohol para desinfectarse. En el corredor me dijo que era peritonitis y que había que operar de inmediato. Le confesé que estabamos en una mutualista y ella me aseguro que iba a hablar con el cirujano. Bajé con ella y telefoneé a la parada de taxis y a la madre. Subí por la escalera porque en el sexto piso habían dejado abierto el ascensor. Gloria estaba hecha un ovillo y, aunque tenía los ojos secos, yo sabía que lloraba. Hice que se pusiera mi sobretodo y mi bufanda y eso me trajo el recuerdo de un domingo en que se vistió de pantalones y campera, y nos reíamos de su trasero saliente, de sus caderas poco masculinas. Pero ahora ella con mi ropa era sólo una parodia de esa tarde y había que irse en seguida y no pensar. Cuando salíamos llego su madre y dijo pobrecita y abrígate por Dios. Entonces ella pareció comprender que había que ser fuerte y se resigno a esa fortaleza. En el taxi hizo unas cuantas bromas sobre la licencia obligada que le darían en la tienda y que yo no iba a tener calcetines para el lunes y, como la madre era virtualmente un manantial, ella le dijo si se creía que esto era un episodio de radio. Yo sabía que cada vez le dolía mas fuerte y ella sabía que yo sabía y se apretaba contra mi. Cuando la bajamos en el sanatorio no tuvo mas remedio que quejarse. La dejamos en una salita y al rato vino el cirujano. Era un tipo alto, de mirada distraída y bondadosa. Llevaba el guardapolvo desabrochado y bastante sucio. Ordeno que saliéramos y cerró la puerta. La madre se sentó en una silla baja y lloraba cada vez mas. Yo me puse a mirar la calle; ahora no llovía. Ni siquiera tenía el consuelo de fumar. Ya en la época de liceo era el único entre treinta y ocho que no había probado nunca un cigarrillo. Fue en la época de liceo que conocí a Gloria y ella tenía trenzas negras y no podía pasar cosmografía. Había dos modos de trabar relación con ella. O enseñarle cosmografía o aprenderla juntos. Lo ultimo era lo apropiado y, claro, ambos la aprendimos. Entonces salió el medico y me preguntó si yo era el hermano o el marido. Yo dije que el marido y el tosió como un asmático. “No es peritonitis”, dijo, “la doctora esa es una burra”. “Ah”, “Es otra cosa. Mañana lo sabremos mejor.” Mañana. Es decir que. “Lo sabremos mejor si pasa esta noche. Si la operábamos, se acaba. Es bastante grave pero si pasa hoy, creo que se salva”. Le agradecí —no se que le agradecí— y el agregó: “La reglamentación no lo permite, pero esta noche puede acompañarla.” Primero paso una enfermera con mi sobretodo y mi bufanda. Después paso ella en una camilla, con los ojos cerrados, inconsciente. A las ocho pude entrar en la salita individual donde habían puesto a Gloria. Además de la cama había una silla y una mesa. Me senté a horcajadas sobre la silla y apoyé los codos en el respaldo. Sentía un dolor nervioso en los párpados, como si tuviera los ojos excesivamente abiertos. No podía dejar de mirarla. La sabana continuaba en la palidez de su rostro y la frente estaba brillante, cerosa. Era una delicia sentirla respirar, aun así con los ojos cerrados. Me hacia la ilusión de que no me hablaba sólo porque a mi me gustaba Margaret Sullavan, de que yo no le hablaba porque su compañero esa simpático. Pero, en el fondo, yo sabía la verdad y me sentía como en el aire, como si este insomnio fuera una lamentable irrealidad que me exigía esta tensión momentánea, una tensión que de un momento a otro iba a terminar. Cada eternidad sonaba a lo lejos un reloj y había transcurrido solamente una hora. Una vez me levante y salí al corredor y camine unos pasos. Me salió un tipo al encuentro, mordiendo un cigarrillo y preguntándome con un rostro gesticuloso y radiante “Así que usted también esta de espera?” Le dije que si, que también esperaba. “Es el primero”, agrego, “parece que da trabajo”. Entonces sentí que me aflojaba y entre otra vez en la salita a sentarme a horcajadas en la silla. Empece a contar las baldosas y a jugar juegos de superstición, haciéndome trampas. Calculaba a ojo el numero de baldosas que había en una hilera y luego me decía que si era impar se salvaba. Y era impar. También se salvaba si sonaban las campanadas del reloj antes de que contara diez. Y el reloj sonaba al contar cinco o seis. De pronto me hallé pensando: “Si pasa de hoy...” y me entró el pánico. Era preciso asegurar el futuro, imaginarlo a todo trance. Era preciso fabricar un futuro para arrancarla de esta muerte en cierne. Y me puse a pensar que en la licencia anual iríamos a Floresta, que el domingo próximo —porque era necesario crear un futuro bien cercano— iríamos a cenar con mi hermano y su mujer y nos reiríamos con ellos del susto de mi suegra, que yo haría publica mi ruptura formal con Margaret Sullavan, que Gloria y yo tendríamos un hijo, dos hijos, cuatro hijos y cada vez yo me pondría a esperar impaciente en el corredor. Entonces entró una enfermera y me hizo salir para darle una inyección. Después volví y seguí formulando ese futuro fácil, transparente. Pero ella sacudió la cabeza, murmuró algo y nada mas. Entonces todo el presente era ella luchando por vivir, sólo ella y yo y la amenaza de la muerte, sólo yo pendiente de las aletas de su nariz que benditamente se abrían y se cerraban, sólo esta salita y el reloj sonando. Entonces extraje la libreta y empecé a escribir esto, para leérselo a ella cuando estuviéramos otra vez en casa, para leérmelo a mi cuando estuviéramos otra vez en casa. Otra vez en casa. Que bien sonaba. Y sin embargo parecía lejano, tan lejano como la primera mujer cuando uno tiene once años, como el reumatismo cuando uno tiene veinte, como la muerte cuando sólo era ayer. De pronto me distraje y pensé en los partidos de hoy, en si los habrían suspendido por la lluvia, en el juez inglés que debutaba en el Estadio, en los asientos contables que escrituré esta mañana. Pero cuando ella volvió a penetrar por mis ojos, con la frente brillante y cerosa, con la boca seca masticando su fiebre, me sentí profundamente ajeno en ese sábado que habría sido el mío. Eran las once y media y me acordé de Dios, de mi antigua esperanza de que acaso existiera. No quise rezar, por estricta honradez. Se reza ante aquello en que se cree verdaderamente. Yo no puedo creer verdaderamente en el. Sólo tengo la esperanza de que exista. Después me di cuenta de que yo no rezaba solo para ver si mi honradez lo conmovía. Y entonces recé. Una oración aplastante, llena de escrúpulos, brutal, una oración como para que no quedasen dudas de que yo no quería no podía adularlo, una oración a mano armada. Escuchaba mi propio balbuceo mental, pero escuchaba sólo la respiración de Gloria, difícil, afanosa. Otra eternidad y sonaron las doce. Si pasa de hoy. Y había pasado. Definitivamente había pasado y seguía respirando y me dormí. No soñé nada. Alguien me sacudió el brazo y eran las cuatro y diez. Ella no estaba. Entonces el médico entró y le preguntó a la enfermera si me lo había dicho. Yo grite que sí, que me lo había dicho —aunque no era cierto— y que el era un animal, un bruto más bruto aún que la doctora, porque había dicho que si pasaba de hoy, y sin embargo. Le grité, creo que hasta lo escupí frenético, y él me miraba bondadoso, odiosamente comprensivo, y yo sabía que no tenía razón, porque el culpable era yo por haberme dormido, por haberla dejado sin mi única mirada, sin su futuro imaginado por mí, sin mi oración hiriente, castigada. Y entonces pedí que me dijeran en donde podía verla. Me sostenía una insulsa curiosidad por verla desaparecer, llevándose consigo todos mis hijos, todos mis feriados, toda mi apática ternura hacia Dios. (1950)

viernes, 11 de enero de 2013



Qué es Literatura


 Puede considerarse a la literatura no tanto como una cualidad o un conjunto de cualidades inherentes que quedan de manifiesto en cierto tipo de obras, sino como las diferentes formas en que la gente se relaciona con lo escrito. No es fácil separar, de todo lo que en una u otra forma se ha denominado "literatura.", un conjunto fijo de características intrínsecas. No hay absolutamente nada que constituya la esencia misma de la literatura. Literatura es cualquier texto que, por una razón u otra, alguien tiene en mucho. Éste término se refiere al papel que desempeña un texto en un contexto social, a lo que lo relaciona con su entorno y a lo que lo diferencia de él, a su comportamiento, a los fines a los que se puede destinar y a las actividades humanas que lo rodean. Los Géneros literarios Los géneros literarios son técnicas expositivas singulares, ligadas a ciertas leyes de forma y contenido de carácter histórico o no, a las que se someten las obras literarias. La primera clasificación de los géneros literarios pertenece a Aristóteles, quien los redujo a tres: épica, lírica y dramática. El primero ha extendido su significado, al incluir la novela, a la noción más amplia de narrativa. Pero el género se va conformando históricamente. Por tanto, resulta muchas veces difícil fijar rígidamente los límites entre lo propiamente narrativo o épico-narrativo, lo lírico o poético y lo dramático o teatral. Dentro de cada género surgen sub-géneros o géneros menores, algunos de ellos sólo válidos en ciertos momentos históricos. Género narrativo: La obra narrativa es aquella en la que un narrador, a través de un discurso oral o escrito, relata una historia, destinada a oyentes (como en la epopeya griega o en los cantares de gesta medievales) o lectores (como en la novela moderna). Sub-géneros narrativos: a) El cuento: Narración de una acción ficticia, de carácter sencillo y breve extensión, de muy variadas tendencias a través de una rica tradición literaria y popular. En general, el desarrollo narrativo del cuento es rectílíneo, presenta pocos personajes y el proceso del relato privilegia el desenlace. b) La novela: Obra en que se narra una acción fingida o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores por medio de la descripción o pintura de sucesos o lances interesante, de caracteres, de pasiones y de costumbres. Salvo excepciones, la novela propiamente dicha usa la prosa, y a diferencia del cuento, nunca es muy breve. La acción es necesaria en esta obra, pero lo fundamental son los personajes y el mundo ficticio en que ellos viven. c) La novela corta (o "nouvelle"): La novela corta se define fundamentalmente como la representación de un acontecimiento, sin la amplitud de la novela normal en el tratamiento de los personajes y de la trama. La acción, el tiempo y el espacio, aparecen de una forma condensada, y presenta un ritmo acelerado en el desarrollo de su trama. Las largas digresiones y descripciones propias de la novela desaparecen en la novela corta, así como los exhaustivos análisis psicológicos de los personajes. Otros sub-géneros: a) Los que por su contenido o por su origen, se relacionan con lo histórico o con lo heroico: la epopeya (narración poética de una acción memorable para un pueblo entero, o para la especie humana), el cantar de gesta (manifestación literaria de las leyendas heroicas de un pueblo, compuestas fundamentalmente para ser escuchadas más que leídas, consideradas también épico-líricas), la leyenda (manifestación literaria de una tradición oral, apoyada a veces en hechos históricos ciertos), la balada (sucesos tradicionales, leyendas, etc., contados con sencillez y emoción) y el romance (composición épico-lírica de origen anónimo-popular, con temas procedentes de los cantares de gesta, o que expresa sentimientos de índole lírica). b) Los que por su intención se relacionan con lo didáctico: el apólogo (narración breve perteneciente al ámbito de la literatura gnómica -es decir, sentenciosa y de carácter didáctico-moral- en la que los personajes son a menudo seres irracionales), la fábula (narración breve, cuyas figuras ­animales- representan condiciones humanas, presentando vicios y virtudes que entregan una enseñanza con censuras de carácter moral), la parábola (se propone dar, mediante el relato de algún hecho, una lección moral, pero a diferencia de la fábula, no recurre a la personificación de animales, ni utiliza su estilo generalmente festivo). Género dramático: Obra dramática es aquella destinada a ser representada ante espectadores, y que consiste en una acción dialogada representada por personajes (actores) en un espacio (escenografía). Como palabra técnica de la literatura, el concepto de "drama" (del griego drao, obrar, actuar) agrupa todas las manifestaciones de obras teatrales, y no debe limitarse a aquellas obras cuyo desenlace es de carácter catastrófico. El drama está destinado a la representación ante un público; no puede tener una extensión desmesurada; debe servirse de un vocabulario inteligible; el autor, debe considerar los efectos escénicos que armonizan diálogo y movimiento; debe poner en tensión el ánimo del público, y debe representarse de una sola vez. Sub-géneros dramáticos: a) La tragedia: es la imitación de una acción elevada y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por los personajes en acción y no por medio de un relato, y que suscitando compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales emociones. La historia trágica imita acciones humanas en torno al sufrimiento de los personajes y a la piedad, hasta el momento del reconocimiento de los personajes entre sí o de la toma de conciencia del origen del mal. b) La comedia: Es la imitación de las personas más vulgares; pero no vulgares de cualquier clase, de cualquier fealdad física o moral, sino de aquella única especie que supone lo ridículo. Describe, intelectualmente deformados, los aspectos concretos y risibles de la vida cotidiana. Los personajes son de condición inferior, el desenlace es feliz y optimista, su finalidad es provocar la risa del espectador. Sub-géneros dramáticos: a) La tragedia: es la imitación de una acción elevada y completa, de cierta magnitud, en un lenguaje distintamente matizado según las distintas partes, efectuada por los personajes en acción y no por medio de un relato, y que suscitando compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales emociones. La historia trágica imita acciones humanas en torno al sufrimiento de los personajes y a la piedad, hasta el momento del reconocimiento de los personajes entre sí o de la toma de conciencia del origen del mal. b) La comedia: Es la imitación de las personas más vulgares; pero no vulgares de cualquier clase, de cualquier fealdad física o moral, sino de aquella única especie que supone lo ridículo. Describe, intelectualmente deformados, los aspectos concretos y risibles de la vida cotidiana. Los personajes son de condición inferior, el desenlace es feliz y optimista, su finalidad es provocar la risa del espectador. c) La comedia española barroca: Se designa así a una obra de teatro, que no tendrá que tener obligatoriamente carácter cómico. Este género se produce en España en los siglos XVI y XVII, y es una obra dramática en tres jornadas. Principales características:. eliminación de las unidades de lugar, tiempo y espacio clásicos, la acomodación de la estrofa al asunto tratado, la mezcla de lo cómico y lo trágico y la búsqueda de los temas de la tradición española. Sus finalidades son: imitar acciones humanas, pintar las costumbres, dar gusto al público. d) La farsa: Obra teatral cómica que se escribe y se representa con el único fin de hacer reír al público, mediante la muestra de situaciones y personajes ridículos. Es un tipo de obras en las que la realidad se deforma estilizándola, haciéndola grotesca o carnavalizándola. e) Sainete: Pieza breve, generalmente de índole cómica, con personajes que casi siempre representan tipos populares. Por lo común, relatan la vida de vecindad. Otros sub-géneros: a) Obras de breve extensión y carácter cómico: el paso (episodios cómicos puestos entre situaciones dramáticas para alargar la acción), el entremés (pasaje en tono preferentemente cómico, que aparece al principio, en medio, o al final de una obra de carácter serio, sin conexión argumental necesaria con ella); b) Obras de contenido religioso, históricamente situados en la Edad Media y hasta el siglo XVII: el misterio (representación dramática donde se escenificaban los cuadros del Nacimiento, Vida; pasión y Muerte de Jesucristo), el milagro (obra que relata la vida de la Virgen, de santos, de héroes de caballería, para ilustrar los principios cristianos), la moralidad (obra de intención didáctica y moralizante, con alegorías del vicio y de la virtud, y un combate incesante entre el bien y el mal), el auto­ sacramental (obras con personajes alegóricos, que centraban sus argumentos en el dogma de la Sagrada Eucaristía). c) La comedia española barroca: Se designa así a una obra de teatro, que no tendrá que tener obligatoriamente carácter cómico. Este género se produce en España en los siglos XVI y XVII, y es una obra dramática en tres jornadas. Principales características:. eliminación de las unidades de lugar, tiempo y espacio clásicos, la acomodación de la estrofa al asunto tratado, la mezcla de lo cómico y lo trágico y la búsqueda de los temas de la tradición española. Sus finalidades son: imitar acciones humanas, pintar las costumbres, dar gusto al público. d) ) Los que -además de la comedia española barroca- se marginan de la rigurosa separación entre lo trágico y lo cómico: la tragicomedia (obra dramática en que se combinan el elemento trágico y el factor cómico, y que presenta personajes populares y aristocráticos, acción que no culmina en catástrofe y estilo que experimenta altibajos), el "dramá' burgués y romántico (género literario realista, intermedio entre la tragedia y la comedia, de carácter burgués y centrado en los problemas del hombre contemporáneo -familia, profesión, relaciones sociales-), el grotesco (presenta una exageración premeditada, una reconstrucción desfigurada de la naturaleza, una unión de objetos imposible en un principio; se fusiona lo trágico con lo cómico, tratando personajes y situaciones trágicas, desde una óptica humorística). d) La farsa: Obra teatral cómica que se escribe y se representa con el único fin de hacer reír al público, mediante la muestra de situaciones y personajes ridículos. Es un tipo de obras en las que la realidad se deforma estilizándola, haciéndola grotesca o carnavalizándola. e) Sainete: Pieza breve, generalmente de índole cómica, con personajes que casi siempre representan tipos populares. Por lo común, relatan la vida de vecindad. Género lírico: Forma poética que expresa los sentimientos, imaginaciones y pensamientos del autor; es la manifestación de su mundo interno y, por tanto, el género poético más subjetivo y personal. El poeta se inspira frecuentemente en la emoción que han provocado en su alma objetos y hechos externos, y también puede interpretar sentimientos colectivos. Sub-géneros líricos: a) Oda e Himno: Se vincula a la Oda con los sentimientos de admiración y entusiasmo. Suele tener un carácter solemne y un lenguaje de gran admiración. La palabra Himno se aplica a los cantos litúrgicos de la Iglesia y a las canciones con música que tienen un sentido nacional, político o de ideología. b) La poesía bucólica: Canta la serenidad y la belleza del campo, y la vida de pastores, más ideales que reales. c) d) c) Elegía, Endecha, Lamento y Epítafio: La elegía es una composición que denota lamentación por diversas causas. Las hay amorosas, religiosas, patrióticas, y fundamentalmente funerales. La endecha revela sentimientos tristes. Cuando se refiere a la muerte, es grande su proximidad a la elegía. e) f) El lamento es una composición poética que expresa dolor, arrepentimiento o preocupación por una persona. Su principal característica -que la aproxima a lo elegíaco- es el sentimiento de haber perdido algo a nivel emocional. g) h) El epitafio es un poema breve que se supone colocado sobre la tumba de una persona. Es un ruego al pasajero para una meditación sobre la persona sepultada, o bien un recuerdo de las calidades de la persona sepultada. i) j) d) Canción y Madrigal. El Epitalamio: Estos subgéneros tienen en común la expresión del sentimiento amoroso, triste o alegre, expresados en forma de canto, con música. El epitalamio es un poema destinado a cantarse en una boda, reflejando la alegría que reina en esa fiesta. k) l) e) La Sátira y el Epigrama: La sátira ridiculiza vicios o defectos ajenos. A veces tiene un mero carácter juguetón y burlesco; otras adquiere un sentido más grave y educador. m) El epigrama es una composición poética breve que expresa un solo pensamiento principal, por lo común, festivo o satírico. n) o) F) Copla y Letrilla. Pastorela y Serrana: Se agrupan por su común origen popular. p) q) La copla es cualquier composición poética breve que, aislada o en serie, sirve de letra en una canción popular. r) s) La pastorela es una composición poética de origen trovadoresco y provenzal, en la que el poeta describe el encuentro del caballero con una pastora, a la que requiere de amores. t) La serrana es un cantar lírico cuyo asunto era el encuentro de un caminante con una moza bravía que le ayudaba a encontrar el camino en la sierra. u) g) La Epístola: Composición en la que el autor se dirige a un receptor bien determinado, real o fingido, que se considera ausente, por ejemplo, para referir circunstancias personales a un amigo ausente. v) w) h) Jitanjáfora: Texto lírico cuyo sentido reposa en el significante (plano de la expresión), constituido desde valores puramente sonoros. x) y) Nidia Mariana Giménez Cobiella z) La Plata, Argentina. 2000 aa) bb) Página realizada por cc) dd) Material compilado y revisado por la educadora argentina Nidia Cobiella (NidiaCobiella@RedArgentina.com) ee) ff) Biblioteca Virtual | Por Qué: Biblioteca Virtual | La Monografía | Docencia e Internet | Hamlet | Literatura | Métodos | Sobre Ricardo Corazón de León | Los 7 Saberes | La Mujer Indígena | Ensayos sobre Pueblos Indígenas | Ecología | Ka´guy rasë | José Hernández | Ponencia:"Que tus ojos sean..." | Literatura en la escuela gg) hh) ii) Propuestas de Trabajo | La Sagrada Biblia | La Literatura Aborigen | Literatura de la Conquista | Literatura Africana | Literatura