martes, 21 de junio de 2011

Transformando limones en limonada

Williams Costa Junior tenía 19 años cuando se fracturo el pie derecho jugando básquet, y tuvo que caminar un mes con muletas. Esta circunstancia, aparentemente adversa, dio origen a uno de los más bellos himnos que ha compuesto. Fue en la tranquilidad de esa “detención obligatoria” que tuvo tiempo para pensar, orar, escribir y reescribir la letra del himno “Manos”. El tenia la idea básica de la letra y la música, pero en la agitada vida de un joven de 19 años no había tiempo para trabajar la idea. El dolor y la tristeza del pie fracturado fueron el camino para escribir:

“Hay en el cielo, en el mar, en la flor, un detalle de amor, hay también en el atardecer, la poesía del nacer, en la belleza natural, yo contemplo lo digital, de esta mano que me creó”.

Cuántas veces nos sucede en la vida algo que, a primera vista, trastornara todos nuestros planes. Con frecuencia, la reacción instintiva es reclamar a Dios: “?Por que permites esto?” Y la respuesta parece no venir. Son momentos amargos como el limón, pero, para quienes aprenden a depender de Dios, los limones ácidos pueden transformarse en una deliciosa limonada.

Detrás de cada espina que aparece en nuestra vida, Dios siempre tiene una rosa para ofrecernos. Solo que para sentir la maravillosa fragancia y ver la belleza de la flor, es preciso aprender a convivir con Dios.

“A los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien”, dice Pablo. Bien sabía lo que estaba diciendo, pues en su vida llevaba una espina. En cierta ocasión penso que no podría soportarla mas y le pidió a Dios que le sacase ese aguijón de su carne: “Bástate mi gracia” fue la respuesta divina, y el tiempo se encargo de mostrarle a Pablo que Dios tenia razón; que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”.

¿Alguna vez te sucedió algo que te amargo, no tanto por el hecho en sí, sino por el momento en que ocurrió? “¡No podía fallar, justo ahora!” Y en esos momentos pensamos que hasta Dios se olvidó de nosotros. ¡Ah, si pudiésemos ver los propósitos divinos! Quedaríamos avergonzados, con seguridad.

¿Las cosas no se presentan bien para ti? ¿Ayer nada salio bien y no sabes como actuar o encarar hoy esas circunstancias adversas? Ve en nombre de Jesús, ues nada acontece sin un propósito divino. Confía en el.

Alejandro Bullon

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